3 de abril de 2013

ESO

La paradoja de lo irreversible camina como un ente escurridizo y juguetón, deslizandosé al ritmo de mis latidos por esos pasillos olvidados de mi ahora, y mi ahora muta a la velocidad de la luz con la agilidad de infiernos y cielos recorridos. El silencio sigue sin callar... a veces me aturde y otras me nutre, no entiendo lo que no me eriza el alma y tampoco quiero entender. El techo flota bajo mis pies... y sigo aprendiendo a no caer.        

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